«𝐍𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐚𝐦𝐚𝐫 𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐲 𝐧𝐨 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐫 𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬. 𝐄𝐧 𝐨𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬, 𝐝𝐞𝐦𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐭𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐢𝐫𝐯𝐞𝐬 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐦á𝐬.»
Juan Camilo Vélez
Es por todos bien sabido que el mandamiento perfecto se resume en el amor a Dios, a nosotros mismos, y a los demás, de la misma forma en que Dios nos amó. Bien, ahora Dios revela uno de los aspectos más identificativos del amor que demanda de nosotros. Este aspecto es: El servicio.
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma;
Deuteronomio 10:12
Ya pudimos ver que la mayor demostración de amor de toda la historia tuvo lugar en la cruz, cuando Jesús se entregó en sacrificio por toda la humanidad, de modo que tuviéramos acceso al padre. Pero durante todo el tiempo que duró su ministerio, desde que fue bautizado, hasta que fue crucificado, Jesús se dedicó a manifestar ese amor por medio del servicio.
como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Mateo 20:28
Queda claro pues, que el amor y el servicio van de la mano. Por lo menos si nos fijamos en el ejemplo de Jesús. Por tanto, si ya tenemos claro que podemos amar a Dios porque Él nos capacita para hacerlo, así mismo Él vino para servir a las personas, y nos capacita para poder hacer lo mismo.
El asunto aquí es entender cómo hacerlo. ¿Cómo servimos a Dios? ¿Cuál es la motivación para hacerlo? ¿Cuál es la forma correcta de hacerlo? Lo primordial es saber que el servicio a Dios debe nacer de nuestro corazón. En otras palabras, el servicio es una actitud del corazón. Por tanto, no existe tal cosa como servir a Dios por conveniencia, o por un pago, o hacerlo de cualquier forma, sin involucrar nuestro corazón. Dios enseña que debemos amarlo y servirle con todo nuestro corazón, de modo que no vale hacerlo implicando sólo nuestro razonamiento, o por motivaciones egoístas, o desde cualquier fuente que no sea el mismo amor que Dios ha derramado en nuestro corazón, y que nos permite amarlo y servirle.
Ahora bien, ¿Qué es el servicio, y porqué Dios lo demanda de nosotros? Bueno, el servicio es un acto demostrativo de caridad, compasión, amor, benignidad, compañerismo, ayuda, etc. Y esto es importante saberlo porque una marca del amor es que debe ser demostrativo, por tanto, el servicio es una de las mejores maneras de manifestar nuestro amor por Dios, y por otros. ¿Quiere esto decir que Dios necesita mi ayuda o mi compasión? En realidad, no. Dios no tiene necesidad de nada para Sí mismo, pero como ya nos demostró en la cruz del calvario, su mayor preocupación son las personas, de modo que el servicio que demanda de nosotros no es para cubrir sus necesidades, sino las necesidades de los demás.
Es decir, servimos a Dios cuando servimos a otros, y también, amamos a Dios cuando manifestamos nuestro amor por otros.
Juan Camilo Vélez
El Apóstol Juan lo deja claro cuando enseña que:
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
1a Juan 4:20
Este mismo principio podríamos aplicarlo al servicio, sustituyendo la palabra “amor” por “servicio”. Quedaría así:
Si alguno dice: Yo [sirvo] a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no [sirve] a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede [servir] a Dios a quien no ha visto?
De modo que podemos deducir de todo esto que Dios espera que cuidemos, o guardemos, nuestro corazón, por medio del servicio a Él y a otros, haciéndolo desde el amor.
Existen grandes ejemplos de amor y servicio que demuestran que ambos deben ir siempre de la mano, y que juntos, son un antídoto muy eficaz contra cualquier cosa que quiera contaminar el corazón. La mayor personificación de amor y servicio fue Jesús, quien marcó la historia de la humanidad con su ejemplo y sacrificio, pero podemos ver otras figuras más recientes como la Madre Teresa de Calcuta o Martin Luther King, quienes sirvieron, no sólo a sus generaciones contemporáneas, sino a las siguientes, por medio de su ejemplo de entrega y amor. Quizás no llegues al nivel de ellos, pero seguramente hay alguien a quien puedas amar y servir. ¡Este es el momento de hacerlo!
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