La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.
Lucas 8:14-15
Una persona con fruto en el carácter, vida personal, emocional, mental y espiritual, está preparada para afectar positivamente su ambiente, su entorno, y al mundo. En Lucas 8, vemos dos grupos de creyentes.
- Los que no dan fruto: Son los que terminan yéndose de la protección de Dios porque no son capaces de perseverar.
- Los que sí dan fruto: Éstos trabajan con perseverancia, y permiten que Dios obre en su carácter, por tanto, son capaces de permanecer dentro de la protección divina.
Como creyentes debemos estar preparados para enfrentar pruebas que vendrán para robar nuestro fruto. Estas pruebas pueden ser de dos tipos:
- Afanes, desiertos, escasez económica, o condiciones adversas en la salud.
- Riquezas, abundancia, distracciones, etc.
No importa el tipo de prueba, los que dan fruto son los que se sobreponen a todo esto, y a demás, son capaces de soportar las tentaciones del enemigo que los quiere sacar del gobierno divino, por medio del pecado.
La clave está en nuestro corazón
Aunque la naturaleza del corazón humano está afectada por el pecado, cuando perseveramos en tener comunión con Dios por medio de su palabra, nuestro corazón es lleno de su amor (Vea Romanos 5:5), y entonces se convierte en un corazón “bueno y recto”, capaz de retener la palabra, y dar fruto según la misma.
Es tiempo de dejar el victimismo y de evadir nuestra responsabilidad.
JUAN CAMILO VÉLEZ LEÓN
Jesús no nos engañó con su mensaje de salvación.
Nunca dijo que no seríamos tentados a pecar, pero sí dijo que su salvación es el poder para vencer al pecado. Nunca dijo que no vendrían tormentas, pero demostró que tiene el poder para callar la tormenta o para hacer que caminemos por encima de las olas. Nunca dijo que no sufriríamos en este mundo, pero sí nos alienta al recordarnos que Él ya venció este mundo, y si perseveramos y nos mantenemos con fe, venceremos con Él.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Romanos 8:37
¿Cómo perseverar?
Para perseverar debemos tener un fundamento firme, y desde ahí edificar. Veamos lo que Jesús dice sobre esto:
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Mateo 7:24-27
- Cuál debe ser nuestro fundamento: JESÚS.
- Edificar con prudencia es escuchar las palabras de Jesús, y ponerlas por obra.
- Edificar con insensatez es escuchar las palabras de Jesús, pero no ponerlas por obra.
- Tanto el hombre sabio como el insensato pasarán por las mismas pruebas. Es decir, actuar correctamente, ser honrados, o seguir a Jesús, no evitará que vengan las pruebas.
- La perseverancia sí garantiza que permaneceremos firmes después de las pruebas.
En estos tiempos finales, estamos siendo azotados por vientos, tormentas y tempestades como nunca antes, y todo esto afecta a los inconversos, creyentes sabios y creyentes insensatos, a todos por igual. La pregunta es ¿Cómo saldrás de esta situación? ¿Cuándo pase todo esto, estarás en pie o en ruinas? TODO DEPENDE DE SI PERSEVERAS EN MEDIO DE LA TORMENTA O TE RINDES.
Estamos sufriendo un sacudimiento, pero no debe tomarnos por sorpresa. ¿Cómo debemos actuar en medio del sacudimiento? Activando nuestra fe y confianza para aferrarnos a la promesa de Jesús: “Confiad, yo he vencido al mundo”
Los creyentes que perseveran, son los mayores testimonios del poder de Dios.
JUAN CAMILO VÉLEZ LEÓN
Es tiempo de ser testimonio a los creyentes que no han perseverado, y a todo el mundo, de que, de la mano de Dios, podemos pasar por tormentas, tempestades y vientos, pero seguiremos de pie, aferrándonos de la victoria eterna de Jesús.
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