¿Qué es el fuego? Bíblicamente, el fuego es un aspecto de la naturaleza de Dios.
porque nuestro Dios es fuego consumidor. (Hebreos 12:29)
Ahora bien, cuando Dios nos creó, como se describe en los primeros capítulos del libro de Génesis. puso en nosotros de Sí mismo al soplar «aliento de vida» (Ruaj) en la nariz del hombre. De modo que, así como Dios es fuego, y tenemos de su naturaleza, nosotros estamos diseñados para ser como llamas de fuego.
Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. (Hebreos 1:7)
Ok, ya sabemos que Dios mismo es fuego y que nosotros compartimos esa naturaleza con Él, pero ¿Para qué es el fuego?
El fuego es la pasión para servir a otros, y para llevar a cabo el llamado y el ministerio.
¿Por qué? Pues porque una persona apasionada no se rinde, no le importa lo que cueste servir a Dios, hace sacrificio continuo, pero, sobre todo, enciende a otros en ese mismo fuego, es decir, inspira a otros con su pasión. Por tanto, como nuestro llamado es a servir a otros, nunca lo cumpliremos sin pasión, pues ni el llamado ni el ministerio es una profesión, no es fácil, es desagradecido y cuesta mucho, ¡por eso necesitamos estar encendidos para poder llevarlo a cabo!
Muy bien, ahora ya sabemos que necesitamos ser personas apasionadas para cumplir nuestro llamado en la tierra, y que esa pasión es como un fuego que nos enciende. Entonces ¿Qué debemos hacer con el fuego de Dios?
La respuesta es: Mantenerlo siempre encendido. Dios nos enciende, pero es nuestra responsabilidad mantenernos en fuego. Veámoslo a continuación:
El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará. (Levítico 6:13)
Si nuestra responsabilidad es mantener el fuego encendido, es decir, mantenernos apasionados por Dios y su llamado, ¿Cómo mantenemos encendido el fuego?
Bueno, según el verso anterior, el fuego arde en un lugar específico: El altar. Y el altar está siempre dentro del templo. De modo que, sabiendo que ahora el templo somos nosotros mismos (Vea 1ª Corintios 6:19) entendemos que el altar es el lugar desde donde adoramos a Dios, desde donde hacemos pacto con Él, y donde le traemos sacrificio.
- El fuego se mantiene encendido con sacrificio continuo (Vea Romanos 12:1-3)
Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. (1ª reyes 18:38) - El fuego se mantiene encendido cuando tenemos intimidad con Dios y somos llenos de continuo con el Espíritu Santo velando siempre. Es decir, estando alertas.
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. (Mateo 25:1-13)
¿Qué trae el fuego de Dios?
- Encuentros con el rostro de Dios, es decir, manifestaciones visibles de su presencia.
Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego (Deuteronomio 5:4) Podríamos decir que el fuego de Dios es el lugar desde donde se manifiesta su presencia - Manifestaciones del Espíritu Santo, repartición de dones.
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. (Hechos 2:3) - Activación del propósito a través del llamado de Dios (Propósito es la intención original con la que fuimos creados, llamado es la invitación de Dios a cumplirlo)
Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. (Éxodo 3:2-5)
El llamado implica disponibilidad y santificación, es decir, apartarse para el uso exclusivo de Dios, pero esa santificación sólo viene a través del fuego de Dios. La tierra sólo era un trozo del desierto, pero Dios la llama Tierra Santa porque su presencia, en forma de fuego, le había dado un propósito.
Cuando Dios se manifiesta a alguien para revelarle su llamado, la primera prueba de ese llamado de Dios es la pasión, el fuego.
Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. (Jeremías 20:9)
La segunda prueba de que hemos recibido el llamado de Dios es la santificación, la cual es un proceso doloroso, pero del cual no debemos sorprendernos sino alegrarnos.
Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, (1ª Pedro 4:12)
Cuando somos santificados nosotros, nuestras obras, es decir, frutos, también lo son.
la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será
revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. (1ª Corintios 3:13)
¿Cuáles son las consecuencias de permitir que se apague el fuego?
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor (pasión, fuego). Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. (Apocalipsis 2:4-5)
- Dejas de comprometerte
- Ya no es tu prioridad agradar a Dios
- Te vuelves casual, del montón
- Te vuelves un religioso
- Ofreces fuego extraño
[ El pecado de Nadab y Abiú ] Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. (Levítico 10:1)
¿Qué hacemos si estamos apagados?
Cuando perdemos la pasión por Dios y por hacer su voluntad, terminamos haciendo las cosas mecánicamente o no haciéndolas, lo cual se describe como ofrecer fuego extraño. Cuando llegamos a este punto, lo primero que debemos hacer es arrepentirnos por haber permitido que se apague el fuego, y segundo, necesitamos un avivamiento por parte de alguien que está encendido, pues sólo una llama ardiendo enciende a otra.
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. (2ª Timoteo 1:6)
Hoy oro para que al leer esto tu espíritu se encienda de nuevo en fuego y pasión por Dios, pero, a demás, quiero que veas el siguiente vídeo que te va a activar para que te apasiones de nuevo a través de la oración.