«𝐂𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐯𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐝𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐝𝐢𝐬𝐟𝐫𝐮𝐭𝐚𝐫𝐥𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐚𝐠𝐫𝐚𝐝𝐞𝐜𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨.»
Juan Camilo Vélez
Continúo con la tercera parte de mi serie sobre los beneficios y bendiciones que se activan cuando manifestamos una actitud de agradecimiento genuino. Recuerda que podrás leer este material en profundidad adquiriendo mi libro Gracias, la llave maestra.
Beneficio Nº 3: Libertad de conciencia
Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias? Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.
1ª Corintios 10:23-33
Según la enseñanza del apóstol Pablo, que en este caso fue escrita para la iglesia establecida en la ciudad romana de Corinto, los creyentes nos encontraremos en ocasiones donde tengamos que lidiar con la encrucijada moral de no ser mal ejemplo para quienes nos rodean, según lo que hagamos o dejemos de hacer. Para eso utiliza un ejemplo muy práctico para la época, aunque incluso hoy en día pueda darse el caso. El ejemplo que usa es el de lo que debemos comer o dejar de comer, según nuestra conciencia, por motivos de nuestra fe.
Básicamente lo que quiere enseñar es que somos libres de participar de las comidas que se nos ofrezcan, haciendo hincapié en las ocasiones en que quien nos ofrezca de comer sea incrédulo.
El apóstol enseña que no debemos rechazar de forma religiosa y legalista, las comidas que nos ofrezcan cuando nos hagan alguna invitación, pues al hacerlo estamos juzgando a quien nos está haciendo la invitación, dando a entender que no participamos de lo que nos da porque estaríamos haciendo algo incorrecto, y al actuar así, estamos dándole a entender a esa persona que está actuando de forma incorrecta también. Esto hace que le impongamos una carga de conciencia a esa persona por causa de nuestra conciencia, juzgando su libertad, y eso es algo que no agrada a Dios.
¿Qué es lo que nos hace libres de esa carga de conciencia? ¡ Nuestro agradecimiento!
Juan Camilo Vélez
En otras palabras, según dice el apóstol: “Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias?” En este contexto, nuestro agradecimiento es un acto de darle la gloria a Dios, de modo que cuando damos gracias por lo que otros nos ofrecen, estamos glorificando a Dios, y haciéndonos libres de la carga de conciencia por aquello de lo que estamos participando.
Tenemos la responsabilidad de permitir que Dios se acerque a la vida de aquellos que no le conocen, por medio de nuestras palabras y acciones. Por tanto, debemos ser libres de la religiosidad que nos puede aislar de las personas, y en lugar de eso, vivir una vida de agradecimiento genuino a Dios por aquellos que nos rodean, sean creyentes o no, y disfrutar, dándole la gloria a Dios, de cada buen momento que podamos compartir con ellos.
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