Gracias ¡Qué palabra tan significativa! Hay pocas expresiones de humildad y afirmación mayores que esta. La acción de dar gracias es un baluarte en mi vida desde que tengo uso de razón. Y es que considero que no vivir agradecido sería una actitud impropia de alguien que es producto de la educación de unos padres, la guía de mentores en algunas áreas de su vida, y la bendición y provisión continua de Dios.
Todos tenemos algo por lo que estar agradecidos con Dios, con nuestra familia, nuestros maestros, amigos, etc. Ahora bien, es cierto que esa no es una actitud que abunde en nuestra sociedad, pues pareciera que las personas, en su gran mayoría, consideran que lo que tienen es únicamente producto de su esfuerzo, voluntad, determinación y, a veces, suerte.
Igualmente, es usual encontrarse personas que manifiestan una actitud de queja y crítica social, ya que consideran que merecen mucho más de lo que tienen, más ayudas, más facilidades sociales, o más oportunidades en la vida. Por supuesto, no quiero decir con esto que las personas no merezcan todas estas cosas, ni tampoco digo que beneficiarse de todo ello sea deshonesto o demeritorio. El problema es que cuando uno no está agradecido con lo que tiene, sea mucho o poco, camina una vida de insatisfacción, vacío interno, y frustración. Por el contrario, cuando uno reconoce las bondades de las que se ha beneficiado en las diferentes áreas de su vida, sin dejar de prepararse y trabajar para avanzar en ésta, está caminando directamente hacia una vida de plenitud, victoria y éxito.
Ser agradecido es una decisión que se debe tomar voluntariamente, y que traerá paz, gozo, satisfacción interna y plenitud a quienes la abracen y manifiesten como un estilo de vida. ¡Decida ahora ser una persona agradecida y libre!