«Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.» Juan 1:45-46
Desde el principio del tiempo nuestra identidad como creación y pueblo de Dios ha sido ataca por satanás. Ya en el Edén su plan surgió efecto cuando consiguió que Eva dudara de quién era y pusiera en tela de juicio la autoridad de su creador. Este trágico suceso abrió la puerta al pecado y lo corrompió todo hasta el día de hoy.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Génesis 3:4-5
Así mismo vemos constantemente como muchas de las personas que nos rodean ponen en tela de juicio nuestra valía, apelando a nuestros errores del pasado, nuestros orígenes, nuestra nacionalidad, estatus social o económico, y un extenso etcétera. Lo que está claro es que el plan de satanás es conseguir que aceptemos su engaño para cambiar nuestra perspectiva sobre las verdades y principios que Dios ha establecido, salirnos de su cobertura y vivir bajo nuestras propias normas morales, y para conseguirlo, nunca ha necesitado cambiar de estrategia, sólo tiene que conseguir que dudemos de nosotros mismos y de nuestro creador.
¿Cómo conseguir que dudemos?
1- Las comparaciones: Cuando se nos pone en contraste con otras personas y sus logros, queriendo hacernos ver de menos, normalmente surgen las dudas sobre nosotros mismos, acompañadas de un sentimiento de frustración profundo que puede ser fatal si no se enfoca adecuadamente.
2- Las críticas: ¿Quién no ha sido objeto de alguna crítica alguna vez? Lo curioso de la crítica es que es simplemente una opinión negativa sobre una actitud, acción o condición que manifestamos, pero con un fundamento puramente relativo. Por tanto, no son válidas al 100%, ni pueden definir nuestra vida y forma de afrontarla.
3- Los menosprecios: Ya sea que nos conozcan o no, hay quienes usan aspectos de nuestro contexto para atacarnos y quebrantar la imagen que tenemos de nosotros mismos, buscando así sentirse superiores a nosotros. Esto fue precisamente lo que le sucedió a Jesús en el pasaje descrito al comienzo de este post.
Estas tres son sólo algunas de las armas que puede usar el enemigo para atacar nuestra identidad.
¿Para qué atacar nuestra identidad?
Cada ser humano fue creado en la eternidad por Dios con un propósito para ser desarrollado en la tierra, y cuando conoce su identidad y su diseño eterno, está listo cumplir con ese propósito. Como creación divina estamos diseñados para obtener la victoria sobre la obra de satanás, y por eso él no quiere que conozcamos esta identidad, porque es la única forma que tenemos de establecer esa victoria. Así fue como sucedió en el Edén, pues Adán y Eva tenían el llamado de Dios a conquistar la tierra que Dios había puesto a su cuidado, pero claro, este plan pasaba por desarraigar a satanás de ese mismo territorio.
Así mismo, estamos llamados a establecer la voluntad de Dios en nuestras vidas, nuestras escuelas, trabajos, familias, etc. Por eso satanás está empeñado en atacar nuestra identidad e impedir así nuestra victoria sobre él.
Quiero terminar este post con esta reflexión: ¿Alguna vez han dicho de ti como de Jesús: «De Nazaret puede salir algo bueno»? ¿Te han criticado o juzgado por tu contexto, tu pasado o tu situación actual? Si es así, recuerda que vales lo que tu creador dice que vales, y que a través de Cristo ya tienes a tu alcance acceso a la victoria que proporcionó a aquel que ataca tu identidad constantemente.
Recuerda que eres victorioso/a. ¡No dudes más!