Comenzamos el año 2021 con un nuevo programa en Youtube y Spotify titulado #Reflexiones junto a mi esposa Jenifer Losa, y quiero compartiros el tema del que hablamos en nuestro primer episodio. Este es un extracto de mi libro Gracias, la llave maestra, que podréis adquirir en amazon.
Es importante que entendamos la necesidad de ser libres de todas las influencias tóxicas, que afectan no sólo nuestro corazón, sino también todo lo que sale de éste. Por tanto, quiero enseñarle cómo trabajar esa restauración para tener un corazón sano y conseguir que se mantenga de esa forma, de modo que continuamente usted pueda sacar “del buen tesoro de su corazón” todo lo bueno, incluyendo una actitud de agradecimiento genuino.
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Proverbios 4:20-23
La restauración de nuestro corazón es un asunto espiritual que depende por una parte de nuestra propia voluntad, y por otra parte de la obra del Espíritu Santo en nosotros. Como acabamos de leer, corresponde a nosotros el acto voluntario de buscar, interiorizar, meditar y caminar en la palabra de Dios, la cual revela su voluntad buena, agradable y perfecta para nuestra vida (Vea Romanos 12:2).
Cuando conocemos o “comprobamos” la voluntad de Dios, entendemos que Él está dispuesto a sanar y restaurar nuestro corazón, una vez que lo hemos rendido a Él. Además, tras rendir nuestra voluntad a Dios, debemos cuidar y monitorear la situación de nuestro corazón continuamente, pues es responsabilidad nuestra impedir que se contamine con cualquier actitud o emoción tóxica, que termine por deteriorar nuestra salud espiritual.
¿Cómo cuidamos nuestro corazón? Al igual que con la salud física, la mejor forma de actuar para cuidar nuestra salud espiritual es la prevención. Es decir, actuar de antemano, para evitar tener que intervenir cuando el daño ya esté hecho. Para ello contamos con una herramienta muy eficaz, pero tristemente poco aprovechada, que es la palabra de Dios. Es en la biblia donde encontramos los principios de vida que nos asegurarán una salud espiritual, emocional, e incluso física, plena.
Según el versículo anterior, podemos ver esta verdad y sus características claramente definidas:
- Somos exhortados a prestar atención a la enseñanza bíblica.
- Debemos “ver” a través de lo que nos enseña la biblia.
- La enseñanza bíblica no debe ser información procesada mentalmente, sino revelación guardada en el corazón.
- La enseñanza bíblica garantiza una vida plena, incluyendo sanidad en cualquier área.
- Actuando de esta forma protegemos el corazón, que es de donde vivimos o experimentamos lo que enseña la biblia.
Aquí vemos cómo se cumple lo que enseñaba anteriormente, que la restauración de nuestro corazón depende por una parte de nuestra voluntad, y por otra, de la obra del Espíritu Santo, puesto que nuestra parte es estar atentos, prestar atención, inclinar nuestro oído, y no permitir que se aparte de nuestros ojos, es decir, adquirir un hábito de lectura y comunión con la palabra de Dios, y cuando hagamos esto, entonces el Espíritu Santo, que es el inspirador de esta enseñanza, la cargará de vida y la grabará en nuestro corazón.
Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos.
Deuteronomio 11:18
Podríamos decir que nuestro corazón es el “filtro” por el cual Dios hace que fluya su voluntad, no sólo para nuestras vidas, sino para nuestro entorno o esfera de influencia. Es decir, Dios revela su voluntad a través de su palabra -la biblia- pero ésta debe ser leída, escuchada, meditada e interiorizada por nosotros, de modo que se establezca en nuestros corazones, y una vez esto suceda, desde allí se manifiesta exteriormente. Por esto es importante chequear la salud de nuestro corazón con regularidad, porque una vez se deteriora o contamina, la vida que emana de él afecta nuestras palabras, acciones, entorno y relaciones negativamente, mientras que, cuando nos mantenemos conectados con Dios y su palabra, el resultado es que de nuestro corazón saludable fluirá una vida saludable y plena.
El corazón del hombre es el filtro por el cual la voluntad de Dios es revelada a través de su palabra, para ser manifestada en la tierra.
Juan Camilo Vélez
Ya sabemos que la forma más eficaz para lidiar con la salud del corazón es a través de la prevención, guardándolo y protegiéndolo a través de lo que enseña la palabra de Dios, pero es innegable que muchas veces conocemos esta verdad cuando ya nuestro corazón se ha visto afectado por la incredulidad, el juicio, o la amargura, entre otros, o que fallamos a la hora de ser preventivos, por tanto, es necesario que sea restaurado por Dios. En otras palabras, cuando nuestro corazón ya está contaminado, necesitamos la obra restauradora del Espíritu Santo para sanarlo.
En los próximos episodios, y mis próximos posts, vamos a enumerar algunos de los métodos usados por Dios para restaurar nuestro corazón, de modo que podamos experimentar la vida plena que nos promete. ¡No te los pierdas!