Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón.
Jeremías 24:7
Toda relación genuina debe fluir desde el corazón, y nuestra relación con Dios no es la excepción. Para relacionarnos con Él de forma correcta, debemos hacerlo desde el corazón, pero para ello es necesario que Él mismo obre en nuestro corazón, preparándolo para que podamos conocerlo y amarlo. Jesús enseñó que toda la ley se resumía en dos mandamientos. Uno de ellos era amar al prójimo como a nosotros mismos, pero el primero y fundamental es amar a Dios con todo nuestro corazón. Así es como Dios espera que nos relacionemos con Él, desde el amor que fluye del corazón.
Por eso, para poder “volvernos a Dios”, es decir, para reconciliarnos con Él, primero nos da o prepara un corazón para conocerle, lo cual viene a representar una intimidad que nos lleve a tener cosas en común con Él, al punto que nos convirtamos en “su pueblo”, y Él en “nuestro Dios”.
Cuando Dios se revela a nuestro corazón, lo restaura de su condición caída y naturaleza engañosa, para continuar renovándolo de continuo, a través de la relación que desarrollamos con Él. De modo que un corazón al que Dios se revela, es un corazón transformado de continuo, y un corazón capaz de recibir y dar el amor de Dios.
¿Cómo se reveló Dios a nuestro corazón? La respuesta la encontramos en la primera carta del Apóstol Juan, cuando el Apóstol Juan habla sobre el misterio del amor de Dios, y dice:
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.”
1ª Juan 4:19
Efectivamente, Dios se revela al corazón del ser humano a través del amor que nos demostró, aún cuando éramos sus enemigos y le rechazábamos, o directamente, le desconocíamos. El factor que acciona el proceso es el amor de Dios, el cual se personifica en Jesucristo, y este, clavado en la cruz del calvario.
Es por eso que el único acceso al padre está en Jesús, pues este fue el intermediario entre Dios y los hombres, y aquel que dio el primer paso para acercarse a nuestro corazón, manifestando las tres grandes verdades del amor de Dios:
- Que el amor requiere acciones demostrativas y de entrega.
- Que podemos amar a Dios porque Él nos amó primero, demostrándolo en el sacrificio de Jesús en la cruz.
- Que el medio por el que Dios se revela a nuestro corazón, es el único medio para acceder a Él. Este medio es Jesucristo.
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